Un 6 de diciembre de 1982 vi la luz y en los albores del siglo XXI, en 1999, tuve mis primeros 21 años de edad: ya se me podía considerar realmente adulta. Mucho se ha dicho de mí, que si ya tengo achaques, que si mi nacimiento debió ser por cesárea, que ya estoy muy caduca y que me tienen que cambiar. Pero me gustaría conocer de primera mano qué piensan de mi dos hellineras, una que me vio nacer y la otra que pasó de golpe a la edad adulta justo en mi 21 cumpleaños. A ellas les pregunto qué sentían en mi nacimiento y en mi 21 cumpleaños.
María Jesús López Iniesta, 59 años, Concejala Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Hellín y experta en políticas públicas.
María Jesús, ¿Qué hacías en diciembre de 1978? ¿Qué sentiste cuando nací?
Hace ya mucho tiempo, pero por aquel entonces justo terminaba el curso y accedía a Telefónica, mi primer contrato y el que de repente me hizo comprender que ya era una persona adulta: ya podía mantenerme y veía con ilusión los años de trabajo que me quedaban por delante. Pensaba que 40 años después ya me podría jubilar. Si te soy sincera, compatibilizando los estudios en la Universidad con el cursillo de Telefónica no pensaba en otra cosa, la euforia de la muerte del dictador que viví en Hellín había pasado y lo que estaba ocurriendo en las Cortes me parecía cosas de “personas mayores”.
Lo que sí que recuerdo con claridad no fue tu nacimiento, sino el de la libertad tres años antes en 1975, libertad que la viví como una explosión de felicidad e ilusión.
Lo recuerdo como si fuese ayer. En Capuchinos nos despertaban a las ocho, con música. Ese día nos levantaron una hora después, con la voz quebrada de Arias Navarro y su famoso “Franco ha muerto”. Al terminar la frase, recuerdo perfectamente la algarabía con los saltos encima de la cama y los gritos de felicidad. Esa euforia continuó en la calle, donde toda la chiquillería disfrutaba de dos cosas: un día sin clase y el primer día en libertad, el primer día de un mundo nuevo. Quizá fue tu nacimiento lo que puso negro sobre blanco de lo que significaba esa libertad, las garantías que la constitución del 78 nos dio a todas las personas.
Laura Tomás Marín, 36 años. Coordinadora de la Agrupación de Ciudadanos Hellín y directora de tienda en Charter (Consum) en Elche de la Sierra.
Laura, ¿Qué hacías en diciembre de 1999? ¿Qué sabias de mí?
El 6 de diciembre de 1999 estaba dando a luz a mi hija, que nació a las 2 y 20 de la madrugada, pocas horas antes de que el Congreso ratificara tu nacimiento. Ahora sé que tuve suerte de que existieras y de que me asegurases, al menos en principio, el derecho a vivir una vida plena sin sufrir discriminación, ni mi hija ni yo. Las palabras del artículo 14 “…sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” dan sentido a lo que viví.
Han pasado 19 años de trabajo, de mucho trabajo, y de un esfuerzo constante de superación, que había empezado un año antes cuando con 16 años entré en FaMaCris, cumpliendo así con el principio que recoges en tu artículo 35 de que “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.” Y todo sin saber o al menos sin ser consciente de que existías. De hecho, la primera vez que te vi y te leí y te estudié, fue en 2014, para la bolsa de trabajo de conserje del Ayuntamiento de Hellín. Todavía te conservo en la edición de bolsillo de la decimocuarta edición de la Constitución española, la de Luis López Guerra de 2007. Ahora sé lo importante que has sido para mi hija y para mí. Cuando otros quieren cambiarte y dicen que estás vieja, yo estoy para defenderte y trabajo día a día para que realmente te desarrolles.
Gracias, muchas gracias Laura y María Jesús, estoy convencida de que con mujeres como vosotras apoyándome, me haré mayor sin envejecer