Carmen Picazo, portavoz de Ciudadanos en Albacete
El Gobierno de España –podríamos decir “de este país” para no herir sensibilidades– ha decidido suprimir el lema ‘Orgullosos de ser españoles’ de la celebración del Día de la Fiesta Nacional. Este hecho quedaría en mera anécdota si no fuera porque hace patente el inexplicable e injustificado complejo que buena parte de la izquierda política y mediática viene arrastrando en relación con los símbolos de España y con el sentimiento de pertenencia a nuestra nación. Y no creo que, en este caso, la decisión de Sánchez se deba simplemente al cuidado de las buenas relaciones con sus socios de investidura, orgullosos todos ellos de ser antiespañoles, sino al escrúpulo personal del propio presidente. El PSOE y sus aliados, populistas, nacionalistas y separatistas, vienen de un tiempo a esta parte promoviendo la grotesca falacia de que todo aquel que saque al balcón la bandera de España es un fascista. Que quien se emocione escuchando el himno nacional es un reaccionario. Y que el que defienda que en todo el territorio español debe existir el derecho a que los niños puedan estudiar en español es un franquista. Y, por desgracia, esa idea, por absurda que sea, ha calado en una parte de la sociedad. Eso sí, sacar cualquier otra bandera que no sea la española se entiende como un legítimo uso de la libertad de expresión.
Pues bien, en Ciudadanos defendemos y seguiremos defendiendo que nadie deba pedir perdón nunca más por ser español. Una mayoría silenciada durante años en Cataluña salió a las calles de Barcelona hace un año para manifestarse a favor de la igualdad y la libertad. A favor de la Nación que nos une a todos y que nos ampara bajo el paraguas de la Constitución como ciudadanos libres e iguales de un Estado social y democrático de Derecho. Eso y no otra cosa es lo que representa nuestra bandera.
Naturalmente la gestión política no debe reducirse al simbolismo. Por eso los representantes públicos debemos trabajar a diario para que la bandera de España sea la bandera del empleo digno, de la sanidad y de la educación públicas y de calidad, de una Justicia despolitizada, de un sistema de pensiones sólido y sostenible, de la igualdad real entre hombres y mujeres, de una política ambiciosa de innovación, ciencia, investigación y desarrollo, del respeto al medio ambiente, de la promoción de nuestra cultura, del hermanamiento con Europa y el mundo hispanoamericano. De la modernización de nuestro Estado y la lucha a favor de la transparencia de nuestras instituciones y de la lucha contra la corrupción. Esa es nuestra bandera. La bandera que nos enorgullece por lo que somos –como enorgullece sin complejos la bandera de otros países a sus ciudadanos– es la misma que nos anima a seguir trabajando por nuestro país, en mi caso desde el Ayuntamiento de Albacete. La bandera, y el conjunto de símbolos que representan a España, no debe ser considerada un elemento de identificación ideológica porque no lo es, por mucho que se empeñen algunos políticos que buscan constantemente el enfrentamiento. Precisamente la bandera de España representa la unión y la concordia, la voluntad de progresar juntos, como hemos hecho durante los últimos cuarenta años, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Hoy, doce de octubre, Día de la Fiesta Nacional, brindo por España y por la Constitución. Y por muchos años más de progreso, prosperidad, convivencia y democracia.