Carmen Picazo, portavoz de Ciudadanos en Albacete
Es innegable que la actividad política de nuestro tiempo tiene como uno de sus elementos clave la comunicación. Eso es positivo porque la televisión, la radio, los periódicos, los digitales y, más aún, las redes sociales, nos permiten estrechar la relación de proximidad con nuestros vecinos, hacerles conocer nuestras propuestas, nuestros logros y también nuestros fracasos. Una gestión política más transparente permite que los responsables públicos estemos sometidos de manera más clara al escrutinio de la ciudadanía. El problema llega cuando algunos políticos basan toda su actividad en la imagen que quieren proyectar, convirtiendo la comunicación en propaganda y relegando a un segundo plano la gestión de los problemas reales de los vecinos. El ejemplo más claro lo encontramos en el todavía presidente de Castilla-La Mancha. Y la demostración más evidente la tenemos en la pésima gestión que viene haciendo de la sanidad pública regional, trufada, eso sí, de anuncios a bombo y platillo sobre futuras obras de remodelación, inauguraciones de nuevos servicios y mejoras en general. Avances que, por supuesto, nunca llegan.
El último episodio lo hemos vivido precisamente estos días, cuando el Hospital General Universitario de Albacete se ha quedado sin aparatos TAC. Este centro disponía de tres máquinas que prestaban un servicio imprescindible. En los últimos meses los profesionales del hospital alertaron en repetidas ocasiones a la Consejería de Sanidad de que los aparatos habían quedado obsoletos, con el riesgo que ello entrañaba, y que lo razonable y conveniente era acometer su renovación. Mientras Page seguía haciéndose fotos y cortando cintas inaugurales por toda la región, la Junta ignoró a los profesionales. El resultado ha sido el que cabía esperar: en agosto se averió el TAC de Radioterapia y la semana pasada presentaron fallos los dos TAC restantes. Esto ha obligado a la Consejería a derivar a los pacientes al Perpetuo Socorro como solución provisional, a la espera de nuevas máquinas que llegarán, como muy pronto, a principios del año que viene.
Es verdad que la gestión política conlleva a menudo tener que hacer frente a crisis sobrevenidas. Y es igualmente cierto que sería irresponsable y desleal que la oposición esperara agazapada el tropezón del presidente para acudir a sacar rédito político –más aún cuando se trata de la gestión de la sanidad-. Pero en este caso el problema se podría haber prevenido simplemente con que el Gobierno regional hubiese querido escuchar a los profesionales, los que de verdad saben de esto, los que trabajan día a día con los pacientes y conocen a la perfección qué funciona bien y qué funciona mal en la sanidad castellano manchega. Por tanto, le ruego al presidente que ponga los pies en el suelo y piense en Castilla-La Mancha. Que asuma que ser presidente no consiste únicamente en hacerse fotos, viajar en coche oficial y pisar moqueta, sino, sobre todo, en gestionar. Y la mejor manera de empezar a gestionar es escuchar y atender, especialmente cuando las advertencias vienen directamente de expertos y profesionales. Gobernar de espaldas a la ciudadanía le convierte en un clon de su jefe, Pedro Sánchez. El problema es que los que pagan esa cuenta son los ciudadanos de Castilla-La Mancha.