Podría decirse que, en cierto modo, las mujeres hemos pasado de sufrir el abuso machista a soportar una demagogia feminista que flaco favor hace a la noble lucha por la conquista de la igualdad de derechos y consideración, una pelea en la que gracias a mujeres valientes se ha avanzado mucho en las últimas décadas. Y más que se ha de avanzar. Quiero decir que a menudo partidos e instituciones se apuntan a la moda de lo políticamente correcto para plantear, en nombre de un falso progresismo, cuestiones laterales que buscan el aplauso fácil pero que no resuelven problemas fundamentales que todavía hoy tenemos.

 Es evidente que en España la incorporación creciente de la mujer a la Universidad no ha tenido todavía su reflejo en la realidad laboral, al menos en lo que se refiere a puestos directivos. Según el informe ‘Women in Business 2016’, presentado hace unas semanas, en nuestro país solamente 1 de cada 4 puestos de las cúpulas dirigentes de las medianas y grandes empresas está ocupado por una mujer. En cuanto a la brecha salarial por cuestión de sexo, el dato es más sonrojante si cabe: En 2014 las mujeres en España cobraron por hora trabajada, de media, un 18,8% menos que los hombres, según datos publicados por la agencia estadística de Bruselas, Eurostat. España es el sexto país de la Unión Europea con mayor diferencia entre los salarios de las mujeres y los de los hombres. Obviamente la dificultad mayor de las mujeres para promocionar en las empresas acarrea el dato de los salarios.

 En este escenario se hace especialmente importante el impulso de la mujer como motor de emprendimiento, no ya solo incorporándose a los principales estamentos de las compañías, sino como protagonista en los procesos de creación de nuevas empresas que generen desarrollo económico, empleo y prosperidad bajo la premisa de la igualdad de oportunidades. Visibilizando esa incorporación como un factor positivo. El tejido empresarial de Albacete y Castilla-La Mancha en particular y el de España en general necesitan contar con las mejores personas, y muchas de ellas tienen nombre de mujer. En todo caso la mujer es, en términos generales, depositaria de un formidable caudal de virtudes características que bien necesario sería aplicar a la lógica empresarial. Se debe contar con el mejor capital humano atendiendo a criterios de cualificación, talento y capacidad para luchar contra las adversidades propias del reto que supone la puesta en marcha de todo nuevo proyecto empresarial, sin hacer para ello distinción por cuestión de sexo.

 Francis Rubio

Ciudadanos plantea, entre otras medidas, promover activamente la igualdad de sexos dentro de las empresas con el objetivo de concienciar a ejecutivos, gerentes y empleados, y poder identificar potenciales situaciones de discriminación a la hora de tomar decisiones sobre promociones y contratación. Esto se puede conseguir creando una cultura de transparencia en el proceso de selección en todos los niveles de contratación, manteniendo estadísticas de contratación de hombres y mujeres en diferentes niveles jerárquicos de la empresa, que se deben publicar en un informe anual. Asimismo proponemos inducir a las empresas a establecer objetivos claros de representación de mujeres, introduciendo el requisito de incluir en los informes anuales un plan estratégico para aumentar la representación de mujeres en los altos cargos y consejos de administración.

Porque la desigualdad entre hombres y mujeres nos hace peores a todos los que formamos parte de nuestra sociedad. El machismo latente, que se evidencia tanto en situaciones cotidianas como en las estructuras de algunas de nuestras principales empresas y organismos públicos, es un problema de todos, y todos debemos unir esfuerzos en erradicarlo. La búsqueda de la igualdad no debe ser una lucha de la mujer en contra del hombre, sino una lucha de la mujer junto al hombre en contra de la desigualdad. Pongamos manos a la obra todos juntos, porque todos saldremos ganando.